La respuesta es sí. Afirmo este hecho de una manera tan
rotunda porque las evidencias no me dejan pensar otra cosa. Los últimos
hallazgos demuestran que la realidad tiene una parte de unión con los mitos.
Equipos de investigadores se proponen investigar los hechos que la biblia
relata para demostrar que un día fueron ciertos. Tal es el punto que se ha
llegado a demostrar que el diluvio universal se produjo realmente en un período
en el que la tierra sufría grandes cambios y este período se trataba ni más ni
menos que del fin de la última glaciación.
Años atrás que mente científica y “racional” iba a pensar
que se podía demostrar algún hecho relatado en la biblia ya que el misticismo
ferviente religioso estaba divorciado del racional pensamiento científico.
Dos corrientes muy dispares pero que al fin y al cabo
tratan de demostrar cada una a su manera, el origen del ser humano como ya he
comentado, en los últimos años el avance científico se ha topado con la
realidad de algunos o sino todos los hechos que se describen en los textos
religiosos, en este caso la biblia.
Esto ha demostrado que las religiones no están tan
alejados de la realidad, unas religiones que relataban unos acontecimientos
acaecidos pero de manera exaltada y fantástica o no es del todo fantástica y se
ajusta a lo que realmente sucedió?
En ese caso, ¿es la ciencia un instrumento más de las
élites gobernantes en su intento de transfigurar la verdad?
“Cada vez tiene más seguidores, la teoría de la creación
del ser humano de la mano de seres extraterrestres venidos de otros mundos. Con
la aparición de Internet y la abundante información que contiene la red,
numerosos investigadores han tenido acceso a información audiovisual y escrita
de primera mano”.
Si queremos claras pruebas de avistamientos
extraterrestres en la antigüedad, solo tenemos que conocer la cultura de los
indios Hopi. Esta cultura estaba asentada en el actual estado de Arizona en
Estados Unidos.
Según esta cultura, las visitas frecuentes de seres
provenientes de las estrellas eran muy habitual. Relataban como esos seres
venían en aparatos como si de escudos volantes se tratase, estos mismos, tenían
un dominio perfecto en el corte y transporte de bloques enormes de piedra.
Describían a estos seres como hombres hormiga y a todos
inmediatamente se nos viene a la mente la clásica imagen que tenemos hoy en día
de los Grises. ¿Serían los mismos que nos visitan ahora, aquellos que se
manifestaron ante la cultura de los indios Hopi?
Las evidencias parecen ser claras. Sé que innumerables
personas que oigan las leyendas de los Hopi pensarán que es un pueblo que vive
en el más completo de los delirios y cuenta esas cosas debido al efecto
alucinógeno que en ellos ejercen toda clase de plantas y hierbas que emplean en
sus “brebajes” para la realización de sus rituales.
Mi constante estudio de culturas a un lado y otro de los
océanos, con estilos de vida supuestamente tan dispares pero ciertamente
similares, me hacen dar cuenta de lo asombroso de sus relatos y leyendas
contadas desde hace cientos y cientos de años, generación tras generación.
Todas al fin y al cabo se parecen y guardan el mismo sentido y significado.
Todas relatan la llegada de seres provenientes de las
estrellas y el contacto con el ser humano. También se cuenta que estos mismos
fueron el desencadenante de nuestra creación. Digamos que ellos son nuestros
Dioses de los que tanto se habla a lo largo y ancho del planeta tierra.
Cuando las personas piensan en los Dioses se imaginan un
ser etéreo, omnipresente, magnánime, increíble e incluso imposible, pero no
lejos de la realidad que nos rodea y las evidencias que nos persiguen,
encontramos con que esos Dioses son de carne y hueso como nosotros mismos, pero
con un aspecto bien distinto el cual nos hace ser diferentes.
Otras posturas argumentan y defienden el origen de esas
razas que nos visitan procedentes de un mundo intraterreno, es decir,
provenientes del interior de nuestra Tierra, pero, ¿cómo es posible si
supuestamente somos los únicos seres inteligentes que habitan esta esfera de
vida?
Pues bien, teorías como la Teoría de la Tierra Hueca,
argumentan que justo en el interior de nuestro planeta, existe otro mundo con
un sol central que alumbra ese mundo increíble. Según múltiples culturas
antiguas entre ellas la de los indios Hopi, existen entradas en la superficie
de la tierra que nos conducen directamente hacia el interior del otro mundo
descrito como paradisíaco, donde cohabitan razas inteligentes, las mismas que
salen a al superficie de una manera esporádica y que nosotros podemos ver en
infinidad de veces.
Julio Verne en su obra, viaje al centro de la Tierra,
describe aunque con tintes de ciencia ficción, la inclusión al interior de ese
otro mundo.
Julio Verne pertenecía a una logia ocultista llamada la
sociedad de la niebla. ¿Qué sabía Julio Verne y quería compartir con todo el
público aunque de una manera sutil?, ¿acaso tenía información privilegiada de
primera mano capaz de dar un vuelco al propio pensamiento colectivo del ser
humano?
Tuvo que ocultar la verdad que sabía con tintes de
ciencia ficción, pero dentro de la novela, el mensaje real era claro, existe
otro mundo y no somos conocedores del mismo ya que hay intereses para que no se
sepa. ¿Qué pasaría si el ser humano se da cuenta de que existe otro mundo en el
interior del suyo?